Por doquier se impone el ruido, pero el ruido cansa y el silencio es una demanda.
Si existe algo llamado cultura del silencio, o, en general, de la calma y la tranquilidad, los vagones donde es obligatorio mantener conversaciones cortas y en voz baja, y no hablar por el móvil, sobre todo, son una de sus más insignes expresiones, como los hoteles y restaurantes sin niños, por ejemplo.
'La irrupción del móvil ha creado una paradoja. Lo que culturalmente manda la sociedad moderna es hablar en voz baja en público para no molestar a los demás, pero con el móvil se ha ido todo eso al carajo. Hay gente que ya no entiende la diferencia entre lo público y lo privado, que hay un límite entre el espacio sonoro propio y el de los demás, y ese es el problema. Es una paradoja vinculada casi exclusivamente a la aparición del móvil', comenta el sociólogo Manuel Delgado.
'Sí, es un hotel exclusivamente para adultos precisamente por el ruido. Primamos la tranquilidad y procuramos que la gente hable bajo. Aún no hemos prohibido el móvil, pero la gente se da cuenta y vigila. Este concepto en el extranjero es normal, y a los extranjeros no hay que darles explicaciones; aquí todavía le falta madurar', explica uno de los propietarios, Iván Arrive.
Tiempo atrás, los directores de teatro de Catalunya se rebelaron contra la mala educación de los espectadores: no apagaban sus móviles y todo el tiempo había ruidos en la sala. También ocurre lo mismo en las plazas y calles muy transitadas. Actualmente, el silencio y la paz en las calles es primordial para esta ciudad.