Matute ha muerto a los 88 años.
Ana María Matute, penúltimo testigo de una era en la literatura española, ha muerto este miércoles a los 88 años y 11 meses, tres años después de recibir el Premio Cervantes que la dejó para siempre en el palmarés de las letras. Hace sólo unos meses, Ana María se dejó ver en Jerez, en la Fundación Caballero Bonald con la buena noticia de que tenía una nueva novela terminada. Será su último legado.
Matute nació en Barcelona el 26 de julio de 1925. Cuando ella tenía 11 años de edad comenzó la Guerra Civil Española de 1936. Este episodio marcó su infancia, y la huella de la guerra está impresa en sus primeras obras.
Características neorrealistas pueden ser observadas en obras como en Los Abel (1948), Fiesta al Noroeste (1953), Pequeño teatro (1954), Los hijos muertos (1958) o Los soldados lloran de noche (1964). En todas estas obras —que se inician con gran lirismo y poco a poco se sumergen en un realismo exacerbado—, la mirada protagonista infantil o adolescente es lo más sobresaliente y marca un distanciamiento afectivo entre realidad y sentimiento o entendimiento.
'A nosotros, los de mi generación, nos cayó la guerra encima cuando estábamos empezando a vivir', dijo alguna vez Ana María Matute.
En un país de tradición garbancera que nunca se ha tomado muy en serio el género fantástico. Ana María Matute ha sido siempre una rara en la literatura española, por mujer, por fabuladora, por la manera en que se proyectaba hacia el exterior. Esa especie de abuela burguesa y encantadora que bebía wiskhey con vigor, contaba cuentos para los críos y después, describía la depresión como si nada. Pese a esa rareza, o quizá por ella, ha sido una mujer muy querida: 'Su muerte es un descalabro en mi intimidad', explicaba José Caballero Bonald al conocer su muerte.
Fuente: El Mundo
Foto: ALBERTO DI LOLLI