De la unión de inmueble y automatismo, nace la inmótica; una nueva tecnología al servicio de la inmobiliaria.
La influencia de las nuevas tecnologías en el mercado inmobiliario ya es reconocible a todos los niveles. Persianas que bajan solas, puertas que se abren y cierran según la necesidad, es la domótica: un gran avance para minimizar el gasto energético y conseguir edifcios autogestionables y respetuosos con el medio.
Como era de preveer, este avance tecnológico no se podía quedar únicamente al servicio de las casas particulares; de ahí que haya surgido una nueva ciencia, la inmótica que consiste en la automatización de los edificios, generalmente de aquellos no destinados a viviendas, con el objetivo común de mejorar su eficiencia energética, reforzar su seguridad, aumentar el confort de sus estancias, y controlar el funcionamiento de sus instalaciones técnicas.
Podríamos decir que la inmótica es al inmueble de uso terciario lo que la domótica a la vivienda residencial; como bien decimos por el momento se está implantando este tipo de tecnología en oficinas, centros educativos, hospitales, y otros edificios de carácter industrial para optimizar al máximo sus recursos. Para que un edificio funcione correctamente, aspectos tan importantes como la climatización, los ascensores o la iluminación han de estar en perfectas condiciones. La inmótica logra que todas estos dispositivos funcionen siendo controlados desde una 'sala de máquinas' centralizada estableciendo horarios concretos, rutinas específicas y otras acciones con el fin de que todo se ponga en marcha o se detenga cuando se necesite.
Este nuevo avance supone un medio muy eficaz de gestionar los recursos de los que dispone el edificio y tener todo bajo control evitando así averías o errores de seguridad que supongan una gestión irresponsable, y que conlleve consecuencias mayores.
Fuente: Repsol