Cómo aumentar la productividad en los mercados de acciones.
“Sólo el futuro es relevante”. No se trata de una máxima de la autoayuda ni de un concepto filosófico oriental: en el mundo de las inversiones el pasado no importa para nada y el presente muy poco, la clave es el futuro.
Muchas personas cometen el error de analizar a las acciones en relación a su precio pasado, sin tener en cuenta que el valor del negocio puede haber cambiado mucho, lo cual implica que su cotización antigua tiene poca relación con el presente lo que ocurrirá con la empresa.
Un típico ejemplo sería analizar la acción de Citigroup (C) en relación a sus máximos previos a la crisis financiera del 2008, por encima de los 50 dólares. Desde esa fecha hasta ahora la empresa perdió mucho dinero y, además, debió emitir gran cantidad de papeles a bajo precio para conseguir el capital que necesitaba.
Estas cuestiones implican que el valor de cada una es menor al de ese entonces, por lo cual no hay motivo para analizar su cotización actual en relación al pasado. Sin embargo, muchos inversores siguen considerando su valor de hoy en día en relación al de esa etapa, por una claro error conceptual derivado de asociaciones psicológicas.
La contabilidad mental
Es muy habitual en todas las personas realizar una serie de divisiones mentales entre diferentes fuentes y usos para el dinero. Esto puede ser bastante útil para administrar la vida cotidiana, pero un gran error para tomar decisiones de inversión.
Separar el efectivo destinado para la educación de los hijos del reservado para las vacaciones puede resultar una buena idea en la vida doméstica. Sin embargo, considerar de manera diferente las ganancias que el capital original puede ser un error importante en los mercados financieros.
Muchos inversores cometen el error psicológico de arriesgar más el capital que surge de beneficios en operaciones pasadas que el que debieron obtener de sus ahorros. No existe absolutamente ningún motivo racional para determinar diferentes niveles de riesgo en función del origen de los fondos.
Cada uno dispone de su capital, más allá de cuál sea su fuente, y la tarea es siempre gestionarlo de una manera eficiente desde el punto de vista de riesgo y retorno. Separar el dinero según su origen y administrarlo de manera diferente en función de esto, es claramente un error psicológico muy habitual.
El comportamiento en manada
Los seres humanos son propensos a sentirse cómodos en compañía de otros iguales, y en los mercados financieros sucede lo mismo que en la vida social. Muchas veces resulta reconfortante realizar inversiones en las cuales se tiene el acuerdo de la mayoría de las personas: una opinión pública favorable facilita asumir los riesgos.
Por otro lado, muchos de los peores errores en la historia de los mercados se cometieron en operaciones que contaban con el apoyo de la mayoría, tal vez, precisamente por este motivo.
Todo el mundo compraba acciones de compañías tecnológicas en plena burbuja de las punto com, así como muchos inversores consideraban que los bienes raíces era el mejor negocio posible previo a la crisis financiera.
La opinión de la mayoría, por más reconfortante que sea, nunca debe servir de excusa para evitar el análisis propio e independiente.